Erogación, espere p. favor

Yo tenía la mirada fija en la pantallita de la máquina de café, donde el mismo mensaje curioso de siempre parpadeaba. Erogación, espere p. favor. “Hay cosas que no cambian”, pensé. Y sin embargo, cuando fui a recoger mi capuccino (dudoso capuccino, aunque delicioso y barato) con extra de azúcar –como siempre- me sorprendí al encontrar un vaso marrón, con rayitas color crema dibujando un estampado bastante hortera, en lugar del vasito típico, blanco y cutre de siempre. Vaya. Pues sí que cambian algunas cosas, después de todo. La “sala del café” (no puede llamársele cafetería, por muy grande que lo ponga el cartelito de la puerta) estaba vacía, y me senté en un taburete a tomarme mi bebida recién erogada. Mientras dejaba que se enfriara, resistí la tentación de sacar de la máquina de enfrente un Kinder Bueno que me llamaba a gritos desde detrás del cristal. También me paré a pensar un rato, y envié un mensaje a Ana, y después me lo bebí casi de un trago, y arrojé el puto vaso marrón al cubo de la basura con un poco de mala leche, y salí de aquel cuchitril que de pronto me parecía una burrada de grande.

Volví a mi estudio… si es que se le puede llamar estudio a lo que estoy haciendo esta mañana. Por el camino también me miraban un par de viejecitos, que tienen el exterior de Lepanto como centro de reuniones y que se cobijan en su hall cuando llueve. Antes de ponerme con esto, puse “erogación” en Google, y curiosamente lo primero que me salía era una entrada de un blog comentando el descubrimiento de esta palabra a través de otra máquina de café hermana a la mía en su oficina. Significa “distribuir bienes y caudales”. Dicho así pierde la gracia.

Ya sé que le doy demasiadas vueltas a las cosas, pero ya advertí que a veces me da por ser mística. Pensé también que últimamente afronto estas espinitas con mejor humor. El humor es imprescindible, siempre lo hemos dicho.

Mañana es 20 de Abril. La vida tiene estas cosas.