Diario de navegación.

Día 32.

(Sigo sin registrar nada en el cuaderno de bitácora porque no tengo ni puta idea de naves, ya sabéis.)
De mis planes para el verano he cumplido los siguientes.........ninguno.
Mis pantalones preferidos vuelven a quedarme estrechos, yo que quería tener la figura de Megan Fox para septiembre... No estoy en Londres ni de prácticas ni con trabajo. No he tocado la cámara ni los apuntes todavía. He leído menos de lo acordado y escribo menos de lo que pensaba escribir. Mi bronceado no me convence, será que estoy demasiado lejos del sol. Sigo dándole vueltas al rollo del veneno, el cáncer, el terremoto, el herpes, como quieran llamarlo. Pienso acerca de mi suerte, existencia y camino. No me abandonan los pensamientos feos ni siquiera aquí arriba, sobrevolando Júpiter. Es decir, que tampoco he cumplido mis promesas. En otras palabras, sigo como empecé.
He decidido perdonar al planeta de momento. No es por cobardía, tengo el botón de destrucción del planetario a mano por si me cabreo, pero me lo he pensado mejor y no lo pulsaré porque no hay Love-Ho en Ganímedes. Y antes quiero ir a Petra y de crucero por las islas griegas.
Por otro lado no se está tan mal en el ciberespacio. Hay unas vistas preciosas y aún me quedan fajitas y combustible para meses. Ya regresaré cuando se vaya el calor. No tengo prisa, no hay nada que vaya a cambiar ahí abajo, porque nunca cambia nada.

Hasta la vista, cowboys del espacio!