miércoles, 1 de abril de 2009

Retórica, Libro II, Capítulo XII


"Los jóvenes son propensos a desear y a hacer lo que desean. En cuanto a los deseos del cuerpo son especialmente inclinados a los sexuales e incapaces de dominarlos, aunque también son inconstantes y dados a aburrirse de sus deseos; desean vehemente pero se les pasa rápidamente [...] Son temperamentales, vehementes e inclinados a la ira, y se dejan dominar por sus impulsos, pues por su pondonor no soportan sentirse menospreciados, sino que se irritan si creen que sufren un trato injusto. Son deseosos de prestigio, pero lo son más de ganar, pues la juventud desea ardientemente la superioridad. En cambio ambas cosas son más importantes que el deseo de dinero... porque no han experimentado aún lo que significa su falta... No tienen mal natural, sino bueno, porque aún no han conocido muchas perversidades. Son confiados porque aún no les han engañado muchas veces. La mayor parte de su vida está llena de esperanza, porque la esperanza se refiere al porvenir, y el recuerdo, al pasado, y para los jóvenes el futuro es largo y el pasado corto. [...] También son engañadizos, por lo dicho, porque se esperanzan con facilidad, y más valerosos, porque son impulsivos y llenos de esperanza: lo primero les quita el miedo, lo segundo les da ánimos. Son vergonzosos y magnánimos, pues aún no se han visto humillados por la vida. Prefieren realizar acciones hermosas mejor que provechosas, pues viven más de acuerdo a su modo de ser que con el cálculo. Son más amigos de sus amigos y de sus compañeros que los de las demás edades porque disfrutan de vivir en compañía y aún no eligen nada de acuerdo con el provecho, y en consecuencia, tampoco a los amigos. Todos sus errores son por exceso e impetuosidad: aman en exceso, odian en exceso. Creen saberlo todo y están absolutamente seguros... Comenten agravios por injuriar, no por hacer daño. Son compasivos, porque suponen a todo el mundo noble y mejor de lo que es, pues miden al prójimo por el rasero de su propia inocencia. Son propensos a reír y por ello también bromistas, pues la broma es una insolencia atemperada por la buena educación. Así es, pues, el modo de ser de los jóvenes".

Aristóteles (siglo III a.C)

Creo que a Acosta le gusta hacernos pensar sobre qué somos exactamente... :)
Me gusta ese hombre (aunque me suspenda)

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