sábado, 12 de septiembre de 2009

La espera

Cada noche ocupaba la misma habitación en aquel hotel. La 415, una doble de la tercera planta. Siempre vestía igual. Un vestido negro corto, de tirantes, y los labios pintados de rojo. Caminaba sobre unos altísimos tacones de aguja, pero lo que pocos sabían era que en cuanto entraba en el cuarto se los quitaba y los dejaba junto a la puerta. Se sentaba en la cama de la izquierda y esperaba. Tal vez esperara a un amante, a un desconocido con quien se hubiera citado o a una amiga con la que necesitara hablar a escondidas. A quién, nadie lo sabía. Pero esperaba a alguien, eso era indudable…

Se tumbaba en la cama con la mirada perdida. Daba vueltas sobre ella, sin deshacerla. De vez en cuando colocaba bien el edredón, como si quisiera que todo estuviera en perfectas condiciones cuando él llegara. A veces levantaba la cortina para mirar afuera, y se quedaba un rato contemplando la potente luz de los faroles de la calle, siempre iluminados. Quizá esperaba ver llegar algún coche familiar por la carretera, o cruzar la mirada con un transeúnte concreto. Cambiaba de postura y asiento constantemente, inquieta, intranquila, como si la demora de su compañero se le estuviera haciendo una pesadilla. Encendía el televisor y lo miraba fijamente, aunque en realidad no le prestara atención. Daba mil vueltas por la pequeña habitación, sin hacer ningún ruido, y alguna que otra vez intentaba echar una cabezada para hacer más corta la espera. Finalmente, con los primeros rayos del sol amaneciente, acababa por rendirse. Entonces se ponía en pie, se colocaba sus gafas negras, totalmente opacas, y desaparecía del hotel sin dejar rastro… Todos la veían entrar, pero nadie la vio nunca salir.

Allí la llamaban el fantasma del vestido negro, y a pesar de las terribles leyendas que se escuchaban por los pasillos, nadie le temía cuando, al día siguiente, a eso de las once de la noche, volvía a aparecer con su vestido negro, sus labios rojos y sus vertiginosos tacones de aguja.


Para admirar la prodigiosa obra del día (xD) haz clic AQUÍ.

5 comentarios:

Marta dijo...

Seré tu amante bandido...BANDIDO...


en una se te ve el ojete jejejejeje


XD mola mucho el relato si señor


mete un crimen por aqui y una investigacion por allá y eres la nueva stieg larsson XD





PD:COCOCOCOS

Rafa dijo...

Mola. Le pega una Gymnopedie de Erik Satie, o Comptine D'un Autre Été, L'après-Midi, de Yann Tiersen.

Irene Bebop dijo...

mmm sin duda le pondria un tiersen, pero la noyeé, es de mis favoritas
gracias por su aportación :) xD

chusti dijo...

g e n i a l
(L)

Álvaro Ochoa dijo...

Tus fotos me recuerdan a las que suelen venir en el librillo que acompaña a los discos de Chenoa o así.

No es mi intención ofender, pero la honestidad brutal de Calamaro me oobliga a comentarte esta noche.



Por cierto, leo tu blog mucho y comento poco...

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