Camina rápido y nunca se doblan sus tobillos sobre esos tacones tan finos, un cisne blanco de infinita gracia desfilando por Villa Suicidio. Descansa cada seis pasos. Se detiene ante los escaparates -que, por mucho que brillen, nunca superarán la estela de luz que deja a su paso. Todos la miran, pero pocos llegarán a resolver el acertijo, si sus ojos son avellanas u océanos. No sin atravesar tinieblas tan negras como son los cristales que filtran su visión de este mundo, que no parece ser su mundo. Perfecta combinación de movimientos cuando el terciopelo de sus guantes acaricia el cristal. Jamás sabrás si ve en él reflejada a un hada hechizada o un disfraz de puta barata. Quizás sólo contemple todo aquello que está a su alcance, aquello que, si quisiera, podría tener. ¿Y perder la ocasión de dejarnos ver la elegante fluidez de sus pasos entre las prisas y los claxon, sólo para detenerse a desayunar ante ese lugar? Sagrada violencia la de tu silencio, sagrada patada la de tu misterio, valor sin igual tu lluvia magnética y tu risa de atar. Paupérrima joya el diamante si esta loca lo toca… Todos la quieren sacar de su jaula y nadie se atreve a pagar su fianza con monedas de verdad: sencillo cariño, ostentosa paz.
Mi Halloween será con diamantes, como una Golightly cualquiera... :)
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