martes, 17 de mayo de 2011

Jazz Bar.

























No soy una experta en jazz, tampoco pretendo serlo. Simplemente me gusta aquello. El saxofón, la voz de los negros, Billie Holiday, ese rollo del swing. En el bar aquel, yo no tenía ni idea de ninguna de las canciones que sonaban. Posiblemente eso hubiera ofendido hasta el extremo a todos los intelectuales que se congregaban allí para beber cócteles y hablar muy bajito, ese bar era así. Una vez me preguntó uno de ellos que cuáles eran mis referencias en cuanto a jazz. Yo qué sé. Le dije que Louis Armstrong, porque me gusta Louis Armstrong, y tengo su versión de La vie en rose en el móvil de tono de llamada. Él se rió y me dijo:

- Hija, eso es como si te pregunto cuáles son tus referencias en cuanto a música y tú me saltas con los Beatles.

Me pregunto qué tendrán de malo los Beatles.

En fin. Allí se reune ese tipo de gente para beber alcohol destilado del caro y regodearse en su mundo de apariencias. Yo no sé mucho de jazz, pero según tengo entendido, antes de ponerse de moda era una música marginal, del ghetto, porque era música de negros y ser negro no estaba muy bien visto en aquellos tiempos. Poco que ver con sibaritismos. Pero el bar este que digo, es así.

Yo tengo una mesa favorita, al lado del piano decorativo, bajo un cartel muy antiguo de Louis Armstrong. Hay muchas mesas y la pared está recubierta de muchos carteles de gente del jazz, pero a mí me gusta aquella porque está el piano y está Louis Armstrong, que es por lo visto mi referencia en cuanto a jazz. Y en esa mesa estaba cuando se me volvió a acercar el mismo tío para comentarme lo bien que sonaba aquella maravilla de Satchmo. Yo le dije que no sabía qué mierda era eso. Sacudió la cabeza y se alejó de mí con su cara de listillo, con su cara de "este bar es más mío que tuyo porque me he leído cuarenta y nueve libros sobre la historia del jazz y tú no sabes que a Louis Armstrong le llamaban Satchmo".

Y seguramente corrió a reunirse con sus amigos culturetas y le contaría lo que me había dicho y se reirían de mi incultura, qué cafre, cómo osa entrar aquí sin saber eso, y todo lo harían para que lo viera y sintiera vergüenza y no volviera por allí. Pero no lo vi porque no miré. Yo no voy allí a mirar a gente como esa, voy a escuchar jazz y beber mi refresco sin alcohol y no me preocupo de quién es el intérprete de tal melodía, de qué instrumento es el que suena más alto ahora. Yo me siento junto al piano de mentira y me imagino que me he metido de pronto en un libro de Haruki Murakami, que, dicho sea de paso, ese hombre escribe siempre lo mismo, bares de jazz y sexo, combinación acertada, por cierto, pero esa es otra historia...

13 comentarios:

Irene Bebop dijo...

(PD. Esto es ficción y no tiene nada que ver conmigo ni con el Jazz Café de Córdoba, que va gente muy normalita y es muy bonito y el piano que hay creo que sí es de verdad :D)

marta pug dijo...

que buena entrada ma gustao mucho como habrás notado en mi carcajada desde el salón.

El mundo esque que nos ha tocao está lleno de culturetas, que saben de tó y a la vez de ná, sunque solo sea ficción nada mejor que la realidad para corroborarlo.


El jazz da buen rollo, mola llevar el tempo con los hombros así para arriba, moviendo la cabeza para ambos lados, tu sabes como te digo no?? XD



ma gustao si señón

Unknown dijo...

Ese era mi primer objetivo. Iba a preguntar: "¿El Jazz Café?".

Sí, ya sabes, y luego se sentarán en el suelo con su copa de vino y su queso, y pronunciarán mal algunas palabras, comentando fotógrafos daneses. ¡Cuidado, que de esos por el blog hay unos pocos!

Fran Seisdoble dijo...

Estoy contigo, no es necesario entender mucho para poder disfrutar de una magnífica música.
¡Un saludo!

Unknown dijo...

...y en otro momento será contada.

Unknown dijo...

Por cierto, me ha entrado un hambre terrible con la mención a la copa de vino y el queso...

Miguel Cobo dijo...

Como diría Serrat, entre esos tipos y yo hay algo personal. O no, ni siquiera eso. La gente maja disfruta con lo sencillo y si cada uno de nosotros -sepamos poco o mucho- fuéramos conscientes de la magnitud de nuestra ignorancia, seríamos más humildes. Se les podría aplicar, en cierto sentido, aquella sentencia sobre el afán por enriquecerse: "Era tan pobre que solo tenía dinero" Pues eso, estos diletantes, pedantes y epatantes, creen que tienen el monopolio de la cultura, y no es más que "cultureta" como bien dices.

Besos.

Dorian dijo...

Curiosa forma de retratar un ambiente tan peculiar e intimista. Si no es mucha molestia tomaré un tímido asiento en su singular "Blues" señorita Bebop. Un saludo.

ოᕱᏒᎥꂅ dijo...

Desde luego que hay por ahí cada prenda... dándoselas de listillos.... a mi me encanta la música clásica y solo reconozco a Mozar y cuatro más y no por ello no dejo de oirla....
Aquí en mi barrio, en "casa rubio" todas las noches ponen música en directo de saxo....

Bubo dijo...

Yo de vinos no entiendo nada, solo se el que me gusta y el que no. Con la música supongo que pasará lo mismo, vamos, como dice un colega mío: para gustos los colores.

Álvaro Ochoa dijo...

La frase "para gustos los colores" proviene de Sevilla. En concreto del puticlub "Colores", puesto que allí hay prostitutas de distintas razas y nacionalidades. Como cliente, puedes elegir la que quieras con un precio similar. Depende del manejo del regateo que tengas.

No hace falta que me deis las gracias por la explicacion.

Unknown dijo...

Gracias.

Unknown dijo...

Gracias.

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