
A la desembocadura llegaba toda la mugre que se había ido uniendo progresivamente al cauce... Al llegar al mar, se extendía y se hundía. Y casi casi desaparecía del todo.
"Anda, no te arrastres, saca fuerzas, no te sientas mal. Seguro que te pones muy fea cuando lloras, con lo guapa que vas hoy". Eso me lo dijo el señor desconocido del autobús. Debe de haber mucha sabiduría y buenas intenciones escondidas en personas anónimas que pasean por ahí. En casa no las veréis. Salid, pasead, fijaos en la gente. Coged el autobús. No lloréis, que seguro que os ponéis feísimos.
Yo he decidido que no voy a desperdiciar ni un poquito de este sol de primavera. Mis botas de cowboy se merecen que las vean.
5 comentarios:
Habrá que manchar las botas de sangre y barro.
Da igual con que se manchen las botes siempre que las puedas volver a lustrar y queden como nuevas.
amén hermana
Esas botas son para caminar...
Sigue a Nancy, no pares.
Besos.
di que si, que hacen unos días preciosos, no se pueden desaprovechar...
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