miércoles, 9 de febrero de 2011

Teresa.













En aquella época, ya no era capaz de recordar con precisión pero andaría por los veinte años más o menos, todavía lo tenía claro, es mejor no conocerlos, no querer saber nada de ellos, de esos seres que dejan de ser reales cuando comienzan a ser soñados por otros seres más grises, como él mismo, como la pobre Teresa, que incumplía sistemáticamente la norma que ella sola había establecido para estrellarse una vez, y otra, y otra más, siempre la penúltima vez, con la miseria del héroe, un pérfido espejo cóncavo, trucado, que la engullía en un torbellino indoloro para devolvérsela a sí misma después como una enana gorda y paticorta que contemplara su propia imagen con dolor y la forzosa necesidad de aceptarla.

Te llamaré Viernes - Almudena Grandes


Teresa me recuerda a la de Nembutal de Javier Krahe -la mayor artista del desvivir, loca por la Literatura, como todos, con sus tres posters de Larra, su pasión por Virginia Woolf, su manía de tejer jerseys para vestir la tumba de Hemingway. Teresa pierde la cabeza por todos los insufribles tipos disfrazados de genio cínicos y pedantes que viven envenenados de su propio ego, escritores-poetas, artistas, directores de cine, intelectuales, pseudofilósofos de sofá con gabardina y bigote bien recortado, vestidos como si vivieran en el siglo XIX o yo qué sé. Quiere para ella el reguero mortecino de miseria y vanidad que dejan a su paso y se derrite cuando la miran aunque sea de reojo y por encima del hombro.
Entonces, imagino, se mira al espejo, el rostro mal maquillado, los ojos llorosos, la ropa ancha y el alma tan sucia. Y piensa que, tal vez, si ella fuera especial, no tendría que soñar tanto.

No sé si se vuelve a mencionar a Teresa páginas más adelante. Tal vez para entonces se haya convertido en una especie de fan fatal emocionalmente inestable que lo intenta con los barbitúricos cada vez que el dandi de turno le dice perdone, no sé de qué me está usted hablando...


Imagen: Girl in bed, Lucian Freud

4 comentarios:

marta pug dijo...

pseudocapullos sapiens a rudales¡¡¡¡


illa illa ya queda menos

Álvaro Ochoa dijo...

GRANDE KRAHE

Miguel Cobo dijo...

Muy inTERESAnte, Irene. Muy lúcida (y lucida) tu reflexión sobre el Mester de Egolatría. Como diría Serrat, "entre esos tipos y yo hay algo personal".
Besos.

Bubo dijo...

Mira que me gusta a mi como escribe Almudena Grandes, pero ese libro no tengo ni idea.

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